Hoy es domingo
Viktor Frankl creó un termino para describir la pseudo depresión de horas que concebimos en este día. Va de que somos zopencos que no podemos convivir con nosotros mismos. Ni eso. Neurosis de domingo, le decía mientras se ajustaba los lentes.
Las pseudo depresiones va de estar en un estado hipotímico, y de llorar. No siempre.
Ayer fue sábado
Mientras esperaba algo en algún lugar, se acerca la señora, sonríe, le sonrío. Permiso, dice. Se sienta, yo ya sentada, digo claro. Yo iba de hacer yoga. Ella iba de dejar su casa a medio destruir por lluvias y derrumbes, de no tener a quién acudir, de dejar a sus hijos y cosas en la calle que esto era «una situación de alto riesgo y ve usted que las autoridades no hacen nada», que si el padre de sus hijos no hacia nada mucho menos las personas de la iglesia. «Pero mamá haga algo«, decía. «Aquí no tengo a nadie», también. «No tengo ni un centavo», además. Lloraba hablando por teléfono. Ella también tenia lentes que ajustar. Un «señorita», al fondo vino a interrumpir lo eran pensamientos de tipo «Señora vea yo no tengo ni la menor idea de qué hacer en esta situación pero…», me levanto cual masa uniforme replegada de impotencia, acercándome al mostrador doy mucho las gracias. Yo tan ambigua me preguntó en realidad la razón concreta de por qué las di. Recojo eso que esperaba y salgo. Respiro profundo. Y lloro quedito. Yo está vez no tenía lentes que ajustar.
Hace dos días fue viernes
«Llomauri, tú lo que tienes que hacer es darte tiempo para identificar esas emociones y sentirlas; llora si quieres»
Lloro.
El día antes del viernes resulta jueves
Frustrarse implica llorar algunas veces. Golpearse la cabeza contra la pared, también.
El tercer día de la semana es miércoles
Según la teoría cognitivo conductual, el descenso en vertical es un recurso necesario para identificar orígenes de pensamientos automáticos, o de conductas impulsivas, o de emociones sin razón aparente. Cuesta la chingada utilizarlo. Cuesta mecanismos de resistencia. Y cuando se llora y no se tiene ni la más puta idea del porqué, una no está para usarlo.
Martes.
Te levantas sabiendo ya de qué van a ir las páginas de los periódicos, las discusiones de hoy. Y que vas a tener que llorar, más.
Lunes.
«Es que no puedo creer que llores por eso», dicen. Pero es es que una sí va de eso. De indignarse fuerte. De porque el dolor ajeno también duele. De porque una sintoniza demasiado. De porque la política es una puta sucia e injusta. De porque harta que se restrieguen las suelas con la dignidad humana. Y más, y más y siempre es más.
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Al final una es una tortuga llorona zenóniana.
Y me explico. El bueno de Zenón va de la continuidad del movimiento es una ilusión. Que nos movemos en intervalos de tiempo indivisibles (el tiempo Parck, según le dicen). Que él pone a una tortuga y a aquiles en una paradoja y nos lo demuestra diciendo que la tortuga le lleva gran ventaja al bueno de aquiles pero nunca será alcanzada por éste corredor tenaz porque al momento de llegar al punto donde se encontraba aquella, ésta ya habrá recorrido un buen trecho. Y cuando alquiles trata de cruzar ese trecho la otra ya habrá cruzado otro. Y así nos vamos. O al menos así me voy yo y los estados emocionales. Los estados emocionales, no. El control de los estados emocionales, la identificación de los estados emocionales qué sé yo. Algo con sabor a Aquiles y que no me alcanza y que no me llega a tiempo. En el espacio correcto.
Y que en realidad todo va más de ser serie de acasualidades sincronizadas en el espacio-tiempo y siempre: relacionadas con mi psique. Y con Kant espetando que el espacio y el tiempo son construcciones de la conciencia, que son categorías a priori.
Y además de un Jung diciéndome en un sueño que he distorsionado por completo su concepto de sincronicidiad y que me vaya al demonio con este análisis estultico de mis emociones.
Pero vale, que según Wikipedia y me acometida mejor información de WIKIPEDIA, del concepto, voy y que me encuentro esto.
Los casos de coincidencias de sentido parecen sustentarse en una base arquetípica:
Y Wikipedia lo dice, pero lo habrá dicho primero Jung. Yo no puedo manifestar preocupación por haberme convertido en una blandengue del llanto luego de haber sido una tipa que lloraba una vez al año.
Debe diferenciarse el término sincronicidad o simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal de sincronismo o mera simultaneidad de dos sucesos
Vuelve a decir, Wikipedia. Que en realidad estoy determinada por mí misma y el interés y significado que le confiera a dos sucesos en el tiempo, a dos o a la semana entera. El final es el mismo, que no va de preocuparse por la vulnerabilidad que presento; que son dos acasualidades unidas por el tiempo y el espacio y el significado, todas las prioridades determinadas por la subjetividad, por mí, al final.
Que soy una tortuga zenóniana llorona sincronizada mal -o sincronizada como se supone debería de- con mi psique.
Qué sé yo. Una semana loca loca, sólo eso.